Un tema trillado
El enamoramiento puede ser un truco de la evolución para preservar la especie, una construcción social para dar cauce a la energía de la juventud o simplemente uno de los recursos fundamentales de la vida para convencernos de que vale la pena vivirla1. No lo sé, pero si me pongo un poco melodramático siento compasión por quienes nunca se han enamorado; los imagino en la amargura y la soledad o buscando sus pasiones en el trabajo, en sí mismos, la religión, la crianza de mascotas o poniéndose en situaciones de riesgo.
En todo caso, el enamoramiento no deja de estar al servicio de la evolución porque las personas por lo regular enfocan sus baterías sobre prójimos cuyas características suponen cargas genéticas, culturales y sociales deseables para incorporarlas al propio pool de la herencia. Hay excepciones, lo sabemos: quienes por razones que escapan a esta reflexión toman otros caminos, a veces para azoro y preocupación de sus allegados.
El amor es un tema central en la narrativa de la humanidad desde que guardamos memoria; no es necesario insistir demasiado en ello. Trillado, y mucho, pero lejos de haberse agotado. Al contrario, siempre hay que hablar del amor, cantarle, rogar por él a los dioses, enaltecerlo, cuidarlo. Sobre todo en tiempos de odio y violencia como los actuales.
De entre las diversas manifestaciones del amor, el enamoramiento, el amor de pareja y el amor carnal se encuentran en el top de nuestro interés y aprecio, por razones que no hace falta explicar.
Fenomenología
Enamorarse significa destapar las cajas de pandora de la química cerebral y de la inteligencia emocional al mismo tiempo, haciéndonos extraños para nosotros mismos, volubles, poco predecibles, con pobre capacidad de juicio, a veces locos, otras veces felices y siempre vulnerables. Por eso, los arrebatos amorosos en otro tiempo que no sea la juventud pueden llegar a ser desastrosos.
Como sea, los primeros en aprovechar la flaqueza del “flechado” son los objetos del amor mal intencionados, los abusivos, como en las telenovelas, y junto a ellos los comerciantes que ofrecen miles de posibilidades de consumo asociadas a su estado alterado de conciencia.
La buena noticia (y mala también) es que se trata de una fase transitoria. Pero repetible, claro, como nos lo hacen ver todos los días los rock stars y otras celebridades enamoradizas. Al final, después de unos tres años -según dicen los científicos del comportamiento-, el enamoramiento da paso a una interacción más sosegada, más inteligente (cuando lo es) y sobre todo más generosa (ídem). El enamorado es self centered, egoísta, posesivo, inseguro, caliente… Lo que queda después posiblemente sea el verdadero amor: desprendido, entregado, cariñoso en el que “hay que hacer de cada palabra, de cada mirada, una promesa de futuro”2.
Daniel Jones, editor de la célebre columna Modern Love de The New York Times, dice que “cuando pienso en el amor y en amar a otra persona, a menudo pienso en alguien para quien deseas lo mejor, incluso hasta llegar a la desesperación. Hay, en el amor, una mezcla de protección y esperanza.”3
Testimonio
“Yo no sé mucho sobre el enamoramiento, pero la primera persona de la que me enamoré me parecía increíble y juraba que me iba a casar con él, hasta que me di cuenta de que simplemente era una ilusión causada por la felicidad que sentía. Pienso que eso es el enamoramiento, un momento en el que vives tantas emociones por la idea de que puedes tener un futuro con una persona que te sientes motivada, quieres mejorar, sientes alivio, apoyo, diversión o incluso miedo, ansiedad y tristeza. Aunque al final sigue siendo una etapa que se va a acabar; puede llegar a ser amor o terminar, lo importante es tomarlo de la mejor forma para que no sea tóxico ni para la otra persona ni para mí.
“También pienso que es muy importante diferenciar entre el enamoramiento, el amor y la dependencia emocional. Entre los de mi generación he visto muchas personas que se quedan con su pareja no porque la amen mucho, sino porque no saben amarse a ellas mismas y dependen de la aprobación de su novio/a/e; obvio, esto es dependencia emocional. También he visto gente que jura amar a alguien y entonces se esfuerza por estar con esa persona y una vez ahí, después de un rato, se cansa y se va porque más que amor era un enamoramiento equis.”
Belén C., 17 años, estudiante, Ciudad de México
Amor romántico
El amor romántico, típico de la fase enamoramiento, al que se han dedicado tantas canciones, poemas, películas y novelas, es una construcción cultural de Occidente, con unos tres o cuatro siglos de antigüedad, quizá desarrollada para encauzar civilizadamente los arrebatos de deseo de los enamorados. No es connatural al ser humano, ni manifestación de una personalidad sana o algo que se genera espontáneamente en presencia del ser amado; vamos, ni siquiera es intrínsecamente valioso para todos. Sorry, José Alfredo, Juanga y toda la tradición del bolero.
Sin embargo, se ha constituido en un modelo de comportamiento muy arraigado, cada vez más estereotipado, y socialmente deseable en determinados estratos, por lo que no apegarse a él en alguna medida siempre despierta sospechas.
Volviendo con Daniel Jones, él plantea que el amor y el romance se parecen muy poco. “El romance es el baile superficial que te puede llevar eventualmente al amor, pero, para mí, las historias más conmovedoras sobre amor involucran más bien a un padre y un hijo, a una madre y una hija. Ahí es cuando sentimos esa necesidad más visceral de confiar en una persona.”
Con todo, enamorarse es bueno porque significa abrazar a la vida. Enamorarse mutuamente es una maravilla, un regalo de los dioses. Enamorarse y no ser correspondido puede ser doloroso, pero el riesgo de sufrir vale la pena, sin duda. Por eso, hay que abrir las puertas de la mente al enamoramiento, aceptarlo, vivirlo, pero con una mínima conciencia de encontrarse en una etapa de alteración poco propicia para el juicio sensato, a fin de no ponerse en peligro innecesariamente ni pasarlo demasiado mal si las cosas no salen como uno quisiera.
Pero ¡ojo! no haberse enamorado, o no hacerlo nunca, no es malo. Mucha gente hoy día vive a gusto sin contar con esa experiencia en el currículo. Además, se puede llegar al amor de pareja sin haber pasado por el enamoramiento, que a fin de cuentas no es requisito indispensable.
Bonus: Recomendaciones tipo Doctora Corazón
“Doctora, ¿y si algo sale mal y acabo golpeado emocionalmente?” Pues ni hablar, así es la vida, hay que ver qué aprendizaje se obtiene del fracaso y dejar que el tiempo cure las heridas. “¿Si me va mal pierdo capacidad de establecer otras relaciones por miedo?” Solo si no eres inteligente porque, como en todo, tanto los fracasos como los éxitos nos hacen más capaces, no menos. La práctica hace al maestro. “Es que siempre me batean”. Algo estás haciendo incorrectamente en la expresión de tus afectos, averigua qué es y corrígelo; o tal vez tus elecciones estén fuera de lo razonable. Pero no te azotes, porque eso no sirve de nada. “Mi pareja me dejó hace tiempo pero yo me muero por volver”. Deja de oír música ranchera por unos meses. “¿Debo insistir una vez que me han mandado muy lejos?” Si la persona vale la pena y crees que puedes tener alguna posibilidad, ¡claro! Pero si alguna de estas dos condiciones merece una respuesta negativa, no pierdas el tiempo ni pongas en juego tu dignidad. Aléjate. “Es cierto que para amar a alguien tengo que amarme primero a mi misma?” Deja de leer basura.
Además de un pretexto muy útil cuando se han cometido estupideces.
Vázquez, A. “El amor después del amor”. En Letras Libres, 1 de febrero de 2020.
Nieto, P. ““El amor y el romance no se parecen casi en nada”. Entrevista a Daniel Jones”. En Letras Libres, 1 de febrero de 2020.
Ni el amor es una jaula, ni la libertad es estar solo. El amor es la libertad de volar acompañado. Es dejar ser sin poseer.
—Gabriel García Márquez.
(algo que apareció)